En esta ocasión hemos cambiado la dirección de nuestro viaje anual de Carnaval. Los «Amigos de Labastida», casi al completo el grupo, nos dirigimos hacia el norte; a Lugo, concretamente.
Había varias actividades planificadas para la primera parte del día, con tiempos muy marcados; sobre todo una, la comida. Por ello iniciamos el viaje desde Torrelavega de buena mañana. Llegamos hasta Luanco, en Asturias; aquí tomamos café y paseamos un poco por el pueblo para conocerlo, unos y recordarlo, otros. Aunque es sábado, no hay mucha actividad ni gente por las calles. Luanco es un pueblo más para el verano; por eso pasear ahora por sus calles y su entorno de playa resulta gratificante; se respira una sensación agradable de tranquilidad y calma.
De nuevo a los coches para llegar hasta el Cabo de Peñas; no es largo el desplazamiento, pero las carreteras de costa son lentas y con muchas curvas. La neblina y los cielos cubiertos que nos habían acompañado un buen tramo del viaje se va disipando. En el cabo, el día es ya casi diáfano; nos permite gozar de unas buenas vistas de los impresionantes farallones contra los que rompen las olas del Cantábrico.
Avilés no está lejos; hacia allí nos dirigimos sorteando carreteras que se cruzan e imbrican de tal manera que confunden a los G.P.S; pero, sin mayores problemas llegamos a destino. En el Centro Niemeyer aparcamos los coches y, paseando, nos acercamos al centro de la ciudad. Conseguido; a la hora concertada nos sentamos en el restaurante «Tierra Astur» para comer. Ya sólo nos queda cumplir una última condición: terminar la comida a las tres y media.
A partir de ahora, el tiempo no será ya un condicionante. Salimos del restaurante y hacemos un recorrido por el pueblo. Como es el fin de semana de Carnaval, encontramos un ambiente festivo y lleno de color. Recorremos el casco antiguo de Avilés, que es uno de los mejor conservados de Asturias y con una gran riqueza arquitectónica.
Así, caminando distendida y relajadamente, estamos, de nuevo, al Centro Niemeyer. Subimos a los coches y enfilamos el último tramo de nuestro recorrido hasta Lugo. Todavía queda un buen número de kilómetros; la tarde está avanzada y tememos la niebla en la zona de Mondoñedo.
El segundo día lo dedicamos entero a la ciudad de Lugo. Tal como habíamos acordado, a las 10,30 nos encontramos con nuestra guía, Lidia, en los soportales del Ayuntamiento. Saludos y presentaciones; enseguida comenzamos la visita. Tras una introducción general, salimos del núcleo urbano intramuros por la puerta del Obispo Izquierdo, popularmente conocida como Puerta de la Cárcel. Se abre en 1888 por necesidades de acceso al nuevo recinto carcelario. La muralla tiene hoy diez puertas; cinco son las que tenía en un principio; el resto se abrieron por necesidades de expansión de la ciudad.
En el exterior, la guía nos hace una explicación exhaustiva de la historia de la Muralla. Nos habla de sus dimensiones, de su estructura (puertas, torres, escaleras interiores…), de los materiales usados en su construcción y de un sinfín de particularidades. Caminamos hasta la Puerta de San Pedro y por ella entramos de nuevo a la ciudad; aquí accedemos al adarve e iniciamos el paseo por el mismo. Desde él, la guía nos va explicando diversos aspectos del entorno de la muralla y de los edificios y construcciones que desde ella se ven.
A la altura de la Puerta de Santiago, descendemos de la muralla y accedemos a la Catedral. No entramos ahora porque es momento de culto. Lidia nos habla del estilo arquitectónico y de sus características particulares. En el recorrido por diversas calles de la ciudad podemos observar que gran parte del subsuelo es un auténtico museo subterráneo; debidamente protegidos por materiales transparentes, se muestran mosaicos y restos romanos. Entramos en la Casa de los Mosaicos, también llamada Domus Oceani por el mosaico encontrado aquí que representa la cabeza del dios Océano.
Siguiendo nuestro periplo urbano llegamos al Museo provincial de Lugo; de él forma parte el claustro del antiguo convento de San Francisco. Aquí nos detenemos en unas zonas muy concretas como las que hacen referencia a la etnografía, arte sacro y el claustro del antiguo convento.
La visita guiada llega a su fin. Terminamos en la Praza do Campo, la zona de vinos y tapas de la ciudad de Lugo. Son calles estrechas y muy concurridas, con terrazas y mesas en el exterior; el día es luminoso y con una buena temperatura; todo ello anima a abarrotar los bares y establecimientos similares. Aquí nos despedimos de Lidia. Ha sido una guía eficiente, atenta y preparada. Nos ha explicado y descrito a la perfección los elementos más destacados de la cuidad. Igualmente las referencias históricas, etnográficas y artísticas han sido claras y concisas. Además nos da unas líneas generales para que mañana, en la Ribeira Sacra, vayamos a lo más destacado.
Después de comer en el restaurante Aurora do Carballiño volvemos de nuevo a la Muralla. Hacemos el recorrido de toda ella; la tarde es agradable y soleada. Disfrutamos del paseo y contemplamos la ciudad, hacia dentro y hacia fuera. Salimos por la Puerta de Santiago y entramos en la catedral; por la mañana no pudimos hacerlo porque había misas.
Visitamos la antigua cárcel, «O Vello Cárcere»; hoy ya no es establecimiento carcelario. Ahora es un espacio cultural donde nos podemos encontrar con exposiciones, conciertos, y diversas actividades culturales. Cuando se construyó supuso un nuevo concepto en el tratamiento carcelario. Pero, en la época de la guerra civil y los años de la dictadura, se fue llenando de presos y las condiciones de los allí internados fueros lamentables. Salimos impresionados por los testimonios recogidos de internados allí o aportados por sus familiares.
Hoy, tercer día de nuestra estancia en tierras lucenses, amanece oscuro y con niebla. No renunciamos al programa que nos habíamos marcado. Toca la Ribeira Sacra y hacia allí nos encaminamos. Tomamos dirección hacia Monforte de Lemos con la esperanza puesta en que la niebla se debilite, pero no parece que vaya a levantar tan pronto como nos gustaría. El primer lugar que queremos visitar es el Mirador do Cabo do Mundo II. Lidia, la guía de Lugo, nos lo había recomendado. Nos fue imposible disfrutar de la vista del famoso meandro; la niebla lo tapaba todo. Descendimos hasta la orilla del río, a la playa. Ya que no lo podíamos ver desde la altura lo veríamos a nivel del agua.
Las carreteras y caminos asfaltados en esta zona son revirados y complicados; subidas y bajadas continuas y sensación de no saber dónde estamos en cada momento. Los GPS, afortunadamente, nos sacan de cualquier situación. Siguiendo sus indicaciones ponemos rumbo a la Fervenza de Augacaida. Dejamos los coches en un pequeño aparcamiento y caminamos, entre hayas y robles, hacia la Fervenza. Paseo muy agradable; el lugar, espectacular; además, la niebla ya ha desaparecido y el sol ilumina el día.
De nuevo a los coches en dirección al Miradoiro do Duque. Aquí disfrutamos de unas vistas espléndidas sin niebla ni impedimentos de ningún tipo; fantástico panorama del Sil hacia el este y el oeste; el mirador tiene una altura impresionante. Desde él se pueden observar las terrazas donde se cultiva la uva que hace famosos a los vinos de esta comarca. Aquí comemos; hoy toca bocadillo.
Después de comer nos acercamos a Monforte de Lemos. Está cerca del Miradoiro do Duque. Queríamos tomar café en el Castillo-Parador, pero, como es temporada de invierno, todavía está cerrado. Bajamos al pueblo a tomar el café y recorrer sus calles. Así nos encontramos con el Centro del vino de Ribeira Sacra. Entramos a visitarlo. Cibrán, la persona que nos atiende, hace una explicación competente y exhaustiva; nos obsequia con una degustación de un blanco Godello y un tinto Mencía. Punto final a nuestra visita de la Ribeira Sacra.
Hoy, martes de Carnaval, es nuestro último día de viaje. Cuando salimos de Lugo el día amenaza lluvia, pero no hay niebla. De camino a casa tenemos planificado visitar la Playa de las Catedrales. Hacia las once de la mañana, coincidiendo con la bajamar, estamos ya allí. Paseamos por la playa y disfrutamos de las caprichosas y llamativas formaciones rocosas que conforman el litoral. Terminamos la visita y la lluvia hace acto de presencia. Por lo menos, aunque con un día poco luminoso, hemos podido ver la playa y pasear por ella. Ahora nos dirigimos a Luarca; aquí tenemos reservado un restaurante para comer.
Sigue lloviendo, poco, pero continuo. Sin embargo no nos impide recorrer el pueblo, caminar por sus calles y llegar hasta el puerto. Es ya el final de nuestro viaje. Desde aquí retornamos a Torrelavega. Como en años anteriores, hemos disfrutado de estos cuatro días con ocasión del Carnaval. Siempre es un placer convivir con los amigos y gozar de un tiempo de asueto y buena compañía.
Gracias Paulino. Acabo de hacer vuestro viaje, leyendo tu relato y viendo las fotos. Hace tiempo que deseo conocer la Ribera Sacra y tu blog me ha reavivado el deseo