Por fin, «los Amigos de Labastida», hemos podido recuperar el acostumbrado viaje en los días de Carnaval. El pasado año la pandemia de Covid nos dejó cerrados en casa. Aunque con precauciones, debido todavía a la alta incidencia, este año hemos podido retomar la costumbre. Segovia o Lugo eran las alternativas; nos decidimos por la primera; tal vez Lugo será un próximo destino. Tuvimos suerte con el tiempo, soleado y no muy frío. Aquí queda constancia del plan de viaje.
En la mañana del 21 de febrero, salimos pronto de Torrelavega. Algún tramo de niebla y un despiste en la circunvalación de Burgos nos retrasaron unos pocos minutos; nada grave. La primera parada para estirar las piernas y tomar un café la hicimos en Lerma. Desde aquí, directos hacia Sepúlveda para visitar la ermita de San Frutos y admirar las Hoces del Duratón. El paisaje de los meandros del río entre los farallones de la roca y la ermita colgada en la cumbre, sencillamente maravilloso. A la sensación de calma y sosiego del entorno, contribuye el vuelo pausado de los buitres. Por contra, el camino a la ermita, un calvario.
En Sepúlveda, la primera actividad que llevamos a cabo es una corta marcha por «la senda de los dos ríos». Pequeñas vacilaciones al comienzo por el punto de inicio, pero resueltas enseguida. Buena temperatura, incluso calor; un paseo sin dificultad que bordea Sepúlveda siguiendo el cauce de los ríos Duratón y Caslilla. Después de caminar un rato, hacemos una parada para preparar y comer los bocadillos que llevábamos en las mochilas; tiempo de relax y calma hasta reanudar la marcha y llegar a la Plaza mayor de Sepúlveda. Aquí nos encontramos con Quini y Conchi; ellos habían salido más tarde de Cabezón. Nos sentamos en una terraza y tomamos café antes de visitar el pueblo.
Tomado el café, comenzamos la visita «guiada». Tenemos guía de lujo: Victoria ha preparado y grabado toda la información interesante de Sepúlveda; Pedro actúa de técnico de sonido. Recorremos las calles más representativas, deteniéndonos más tiempo en los edificios y construcciones interesantes y con gran cantidad de historia en sus piedras y sillares. Al finalizar, ya bien entrada la tarde, nos dirigimos a Pedraza.
Casi anochecido llegamos a la localidad. Dada la hora, realizamos un recorrido rápido de los lugares más emblemáticos: arco de entrada, antigua cárcel, Plaza Mayor y Castillo. Aquí también tenemos «guía», pero somos un poco informales y no hacemos mucho caso; será que la oscuridad nos nubla los oídos. No puedo recuperar la información sonora elaborada por Victoria, no obstante sí es posible hacer un paseo virtual por Pedraza.
El último tramo de carretera hasta Segovia ya es en plena noche. La distancia es poca y llegamos sin demasiadas dificultades, más allá de algún pequeño despiste, a nuestro destino en el Hotel San Antonio El Real. Check-in, aseo y una cervecita antes de cenar.
El segundo día de estancia nos desplazamos hasta la Granja de San Ildefonso. Habíamos contratado una visita con guía al Palacio. Recorremos sus salas y dependencias; llama la atención la magnífica colección de tapices así como las lámparas y la decoración de las diversas estancias. La mayoría de estas lámparas proceden de la Real Fábrica situada en el propio pueblo de La Granja. Terminada la vista, damos un breve paseo por los jardines del Palacio.
No nos entretenemos mucho; la época del año no muestra los jardines en su mayor esplendor, las fuentes no funcionan (sólo lo hacen en días muy contados) y, además, vamos justos de tiempo para la siguiente visita: La Real Fábrica de Cristales.
Esta visita a la Real Fábrica resulta muy interesante y perfectamente explicada por la guía. Profesionalismo y eficiencia. Nos permite conocer múltiples aspectos de la producción de vidrio tanto en lo referente a la obtención del material como a su manipulación y la consiguiente elaboración de los productos derivados.
Tras las explicaciones de la guía recorremos una muestra expositiva con trabajos en cristal y algunos talleres; en ellos podemos contemplar en vivo cómo elaboran unas copas y cómo tallan diversos adornos en otras. Nos gusta la visita. Sin solución de continuidad, al salir, nos sentamos en una terraza al sol y disfrutamos de unas refrescantes cervezas.
Como el día es muy bueno, soleado y temperatura agradable, nos preparamos y comemos el segundo bocadillo incluido en el plan de viaje. Lo hacemos en las proximidades de Las Pesquerías Reales por donde discurrirá nuestra ruta de la tarde.
Iniciamos la ruta con una foto de grupo.
«En el siglo XVIII el rey Carlos III mandó enlosar las márgenes del río Valsaín, entre el nacimiento del río y el Palacio Real de la Granja, para hacer más placentera su irrefrenable afición a la pesca de la trucha. Es lo que se conoce como las Pesquerías Reales. Recorrerlas es uno de los atractivos del sendero de los Reales Sitios, que discurre entre La Granja, Valsaín y La Pradera de Navalhorno. El rey Carlos III impulsó esta auténtica senda de pescadores de uso regio, a través de escalinatas, muretes y represas. Las obras se llevaron a cabo entre 1767 y 1769 a lo largo de los nueve primeros kilómetros del río hasta el embalse del Pontón Alto«.
La senda no tiene dificultades; discurre por la margen del río; buen camino. Su encanto e interés es básicamente paisajístico. Nuestra intención era llegar hasta Valsaín, pero cruzamos el río antes y volvemos hacia La Granja por la Ruta de los reales Sitios.
Terminado el paseo, nos organizamos para ir a buscar los coches y volver a Segovia. Después de la cena paseamos por la ciudad para disfrutar de la iluminación y el ambiente nocturnos.
Hoy, tercer día de estancia, nuestro plan se centra en Segovia capital. Tenemos concertada una visita guiada. A la hora convenida nos presentamos en el lugar de la cita. La guía no tarda en llegar; presentaciones, saludos y comienzo. Situados en el Acueducto, inicia el recorrido con unas breves menciones históricas; pequeñas dudas y titubeos, pero enseguida toma el hilo y ya toda la mañana la visita discurre bien, con interés, dominio de la situación y profesionalismo.
Desde el Acueducto nos dirigimos hacia el centro histórico de la ciudad. Nos detenemos en lugares destacados como la casa de los Picos, iglesia de san Martín, antigua Judería (hoy Centro didáctico y museo de la comunidad judía local), puerta y arco del Sol, algún mirador a la Sierra de Guadarrama (Mujer muerta)…hasta llegar a la Catedral.
Por calles estrechas y sinuosas, nos acercamos al Alcázar; la visita guiada incluye la entrada. Recorremos las diversas salas y dependencias del mismo. Desde los jardines y explanada delantera del Alcázar hay una buena perspectiva de la Catedral con la ciudad y la cordillera lejana al fondo. También son destacables unas bonitas vistas hacia el río Eresma: Museo de la Real Casa de la Moneda, iglesia de la Vera Cruz …
Retornamos por distintas calles, pero del mismo tipo que las anteriores, hacia la plaza de la Catedral. Aquí finaliza la visita contratada, no obstante la guía nos acompaña en el interior de la Catedral y nos da las pertinentes explicaciones. Antes de dirigirnos al hotel para comer, el día soleado y apacible nos anima a sentarnos en una terraza de la plaza y relajarnos con una sabrosa cerveza.
Después de la comida y un rato de descanso, salimos a recorrer nuevamente algunas zonas de la ciudad por las que habíamos pasado por la mañana; queríamos tener una perspectiva más sosegada de las mismas. Finalizamos paseando por la parte baja de la ciudad hasta la iglesia románica de San Millán y zonas aledañas al Acueducto.
Es el último día, el de regreso a Torrelavega, pero lo aprovecharemos para conocer otros lugares que nos parecieron de interés al planificar la excursión. Desayunamos pronto y salimos enseguida hacia Aranda. Aquí tenemos concertada una visita a una bodega subterránea: Ribiértete. El pueblo entero tiene el subsuelo perforado con este tipo de bodegas; así parece que eran en la antigüedad; hoy es simplemente un recuerdo testimonial. Al salir, paseo por Aranda con la visita a la iglesia gótica de santa María. Destaca su fachada principal.
Tras la comida nos desplazamos hasta el cercano pueblo de Peñaranda de Duero. La plaza Mayor con la iglesia de Santa Ana y el Palacio de Avellaneda merecen una visita. También es interesante constatar que la Botica del siglo XVII, que cuenta con un museo, sigue funcionando hoy en día. Finalizamos en el castillo; es original del siglo X aunque fue reformado en el XV. Desde su altura hay una magnífica vista del pueblo sobre el que destaca la iglesia de Santa Ana, y la vega del río Arandilla.
Esto es el final; desde aquí, directos a casa. Hay más fotografías en el siguiente enlace